...Y otra noche mas, al igual que en los últimos doscientos años, el viejo roble acunó sus sueños en tranquila conversación con la luna. Era una tertulia cotidiana en la que, cada cual, contaba los últimos acontecimientos al otro.
El roble le explicaba qué había sucedido durante el día en el bosque y la luna le ponía al día de lo que se "cocía" en el firmamento por la noche. Esa era su rutina, su momento, deseado por ambos.
Algo tan simple que había unido dos almas tan diferentes.
El roble le explicaba qué había sucedido durante el día en el bosque y la luna le ponía al día de lo que se "cocía" en el firmamento por la noche. Esa era su rutina, su momento, deseado por ambos.
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